Preservando la salud mental
Intervención especializada para los más vulnerables
Este último año ha sido un año de retos, en el que los verbos padecer y sentir han sido los protagonistas. Hemos padecido situaciones excepcionales como crisis sanitarias, confinamientos, teletrabajo, toques de queda y otras limitaciones… pero, sobre todo, hemos sentido.
Hemos sentido miedo, angustia, soledad e incertidumbre. Miedo al COVID y a la pérdida de nuestra salud física. Angustia por nuestros allegados y por un futuro incierto. Y es ahora, después de sentir tanto, cuando realmente comprobamos el impacto de la pandemia en nuestra salud mental.
La salud mental se refiere a nuestro bienestar emocional, psicológico y social. Según la Organización Mundial de la Salud, se define como un “estado de bienestar en el que la persona desarrolla sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida”.
Cuando nuestra salud mental es adecuada, el bienestar se refleja tanto en nuestro bienestar individual: optimismo, calma, autoestima, confianza en uno mismo; como en nuestras relaciones con los demás, en nuestra capacidad de aprender y de afrontar y tomar decisiones.
Por tanto, el impacto del COVID está afectando a cómo pensamos, cómo sentimos y cómo actuamos, determinando cómo actuamos frente al estrés, cómo nos relacionamos con los demás y cómo tomamos decisiones.
En España, entidades referentes como el Consejo de Psicología o la Confederación de Salud Mental, ya han alertado en este sentido, incidiendo en la urgencia de fortalecer el apoyo especializado, sobre todo en las personas más vulnerables.
En Down Madrid somos testigos de los efectos COVID en nuestras queridas personas y en sus familias. La exposición prolongada al miedo, los cambios en sus ocupaciones, la limitación o pérdida de relaciones sociales, la supresión de actividades deportivas y de ocio, el desconcierto, la incertidumbre y las pérdidas de rutinas, están teniendo claras consecuencias.
Las principales consecuencias detectadas son:
- Aumento de los trastornos de ansiedad
- Depresión, baja autoestima, falta de confianza en uno mismo, inseguridad, etc.
- Aislamiento o deterioro de las relaciones sociales
- Pérdida de autonomía
- Posible aumento de la agresividad o conductas impulsivas
- Aumento de trastornos obsesivo-compulsivos o mayor frecuencia de conductas compulsivas
- Aparición del “síndrome de la cabaña”: miedo a retomar las actividades y ocupaciones anteriores al COVID-19, miedo a salir de la zona de confort creada durante el confinamiento.
Conocemos que una de las principales dificultades de la persona con discapacidad intelectual es la comunicación, lo que obstaculiza su percepción y reconocimiento de las cosas y le impide expresar sus emociones. Esto supone que le cueste comprender sus propias emociones e interpretar las emociones de los otros; y por tanto adaptarse a emociones de alta intensidad.
Por este motivo, desde el Servicio de Intervención de Down Madrid se ha querido garantizar una respuesta de calidad desde el acompañamiento y la intervención terapéutica. Seguiremos trabajando por la salud mental de los nuestros para prevenir, proteger y actuar, atendiendo a las necesidades particulares de cada persona.